La fuerza de la vida se agarra a una piedra, a su grieta. Nos asombra cómo puede sobrevivir y florecer esta planta, sin tierra, abono ni riego.
¡Cuántos millones de seres humanos, sobreviven a bombardeos, persecuciones, campamentos de refugiados, colas del hambre, travesías en pateras, pandemia sin hospitales ni comida!
Otros millones de congéneres se preocupan por adelgazar. Comen de más y quieren quemar calorías.
Sin ser taurina, hace unos días escuchaba a Canales-Ribera que hacía la metáfora del mundo como una plaza de toros dónde o toreas o envistes que me dejó pensando. Tus palabras de ahora, me han hecho asociar a los sobrevivientes de catástrofes con ese saber torear a la adversidad mientras los preocupados por el ocio y lo superficial se asemejan a ese toro que no le queda otra que arremeter para salvar la vida.
De lo que no hablaba el torero era del público que abarrota la plaza y contempla extasiado el espectáculo. A mí me da que ese público es la VIDA esa que representas con tu preciosa imagen llena de luz y color. Esa energía proveedora que debemos cuidar para poner al servicio del crecimiento. Quizás no hace falta ni envestir ni torear porque a los toros se los deje tranquilos en las dehesas y los toreros apliquen sus artes en otros lienzos. Quizás solo necesitemos ser esa planta que muestra su belleza esté dónde esté dejando pasar adversidades, no sometiéndose a presiones sociales. Esa debe ser la verdadera libertad.
Gracias Yolanda. Me quedo con tus tres últimas frases y las suscribo y rubrico. Besos