Acabo el domingo 25 de enero, Día internacional de África, viendo la emotiva película ADÚ. La inmigración a través de los ojos de un niño de siete años.
El título de esta entrada es una de sus frases. Sin embargo, el camino está sembrado de peligros, voluntad de sobrevivir y también de cadáveres.
La recomiendo, no sólo para salir del ombliguismo y de las pequeñas tragedias personales, sino porque además ha sido Premio Goya 2020 a la mejor película y al mejor director, Y la película española más vista del año pasado.
El drama del niño camerunés y del joven somalí (en el guión) está inspirada en dos historias reales y mucho más crudas.
Después de entrevistar a 6.000 niños, el protagonista principal, Moustapha Oumaran, fue encontrado jugando en la calle. Aprendió el guíón de memoria, porque no sabía leer ni escribir. Ahora está escolarizado, gracias a los ingresos de la película. Imprescindible y urgente.

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