Alguien comenzó una pequeña espiral de piedras, al pie de una encina y entre brotes de ortigas. Yo seguí agrandándola. Mientras, iba recordando las etapas de mi vida, sus vueltas y revueltas. A veces parecía volver a repetir éxitos y fracasos, aciertos y errores, pero nunca se pasa por el mismo lugar. He aatravesado varios oscurecimientos del alma, que viví como laberintos oscuros y sin salida. Películas de terror proyectadas en la pantalla de mi mente.

Por azar conocí quién había iniciado esta minúscula señal en el camino: mi amigo y vecino David. Juntos la acabamos una tarde a la puesta de sol. La vida es una interacción continua con personas conocidas y desconocidas. Muchas van dejando huellas en nosotros y cada cual deja su trazado antes de morir. Mejor que sea armonioso y bello. Todo lo que tiene un comienzo tiene un final.

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