Una piedra en el camino no me enseñó, como en la famosa ranchera mexicana, que mi destino era rodar y rodar, sino construir y soñar. En este caso, me llamaron la atención sus vetas y colores.
Una vez limpia, sus dibujos recuerdan los que se encuentran en cuevas prehistóricas. Veo montañas y paisajes. Los colores y diseños recuerdan los motivos de los ponchos de los Andes y los decorados de los tipis de los indios lakotas.
Si fuera pintor, dibujaría un gran lienzo. Sería un gran éxito en una Galería de Arte abstracto.
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