A ciertas edades se agolpan los recuerdos de infancia olvidados. Momentos irrepetibles mezclados, de aventuras y descubrimientos, miedos y preguntas, sueños y juegos.
Algunas calles, ciertos patios, muchos parques y jardines se pueblan de gritos, risas, cuchicheos y carreras de los niños que repican nuestra infancia. Desde mi ventana veo un corro de niñas y niños reunidos para conversar e inventarse nuevos juegos.
De repente aterrizan todos y cada uno de los momentos de mi propia niñez. Y se intensifican mis sentimientos de complicidad, empatía y alegría renovadas. La vida sigue.
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