El caminante camina oteando el horizonte. Su sombra está alineada con las filas de alambre que la aprisionan. Como siguiendo mecánicamente los surcos de un arado. Pura ilusión. La luz trazará nuevas sombras tan evanescentes como los pensamientos que van y vienen. Alguien observa y toma una instantánea. Algo se da cuenta del caminar y del camino, del alto y la parada, de la luz, las sombras y las montañas que delimitan el espacio visible.

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