Un río que no cesa

de ruido monótono y constante,

un tráfago de tráfico envolvente,

como una olla de grillos

circular que me encierra,

corta mi caminar y doy la vuelta.

Arriba en la montaña me engaña,

a lo lejos parece un rumor de mar

en los cuatro puntos cardinales,

mezclado con el viento y sus lamentos.

Hago un alto, tomo aliento

y me siento a escuchar atento.

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