No apaga mi sed el agua,
aun bebiendo todo el mar
ola tras ola, sin sal,
ni el gran glacial fundido al sol.
Como lava incandescente
de un volcán inextinguible
se agarra la sequía a mi garganta,
convirtiendo en cenizas mis entrañas.
No, no es de este mundo mi sed,
pero en este mundo vivo
y sorbo a sorbo voy bebiendo
la savia forestal de cada día,
hasta que de mi cuerpo sólo quede
humus, rocío, río y mar.
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