Cada día veo este paisaje en mi sala de estar, pintado en las vitrinas de un gran aparador. Representa la primavera y el verano. Una transición de líneas con ruptura de colores.

Estamos en mayo y vivimos fechas de calores estivales y de fríos casi invernales. Horas diurnas y nocturnas con diferencias de más de diez grados de temperatura. Deberemos adaptarnos, porque el cambio climático global hará más frecuentes y más extremas estas variaciones.

A lo largo de la Historia se han producido transiciones y revoluciones. Todas ineluctables a toro pasado. Podemos rechazarlas o abrazarlas, pero únicamente nos sirven para escribir nuestro futuro colectivo, que aún no está escrito. El presente lo escribimos día a día. Algo por hacer está en nuestras manos. Me aconsejo cada día ser realista, pero no fatalista.

Si continúas usando este sitio, aceptas el uso de cookies. Más información

Los ajustes de cookies en esta web están configurados para «permitir las cookies» y ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues usando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en «Aceptar», estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar