El tipi, que en lakota significa “para vivir” fue la vivienda tradicional de las tribus nómadas de las Grandes Praderas de América del Norte. Las mujeres eran quienes las fabricaban y elegían dónde instalarlas. Además eran sus propietarias. Frescas en verano, calientes en invierno. Al ser circulares y cónicas, el fuego armado en el centro tenía una excelente chimenea para expeler el humo por la apertura superior.

 Este tipi, instalado en la Sierra de Gredos, renovado de año en año, decorado por mujeres, ha sido lugar de vida y transformación durante más de tres lustros. En él iniciamos los círculos de hombres y, a día de hoy, continúa manteniéndose como el centro de nuestras convivencias. También hemos hecho círculos mixtos e intergeneracionales.

Tipis hay muchos. Para mí, como éste, ninguno. No sólo tiene resonancias emocionales, sino que es el símbolo unificador de vivencias, confidencias y grandes despertares. También de sueños, individuales y colectivos, que se están realizando.

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