“Las uvas están verdes”, dijo el zorro a modo de consolación, cuando vio que estaban demasiado altas para poder alcanzarlas. Las de la imagen están a la altura de la mano, aunque les faltan unos días para que estén en sazón.
Muchos urbanitas comentan que quieren irse a un pueblo a vivir. Sueñan con “irse al campo”. Muy pocos lo hacen. Mi amigo Carlos hace tiempo que vive respirando aire puro, viendo cielos estrellados y oyendo el silencio sonoro de pájaros, insectos y ranas. Comerá sus propias uvas y otros frutos y hortalizas de su propio cultivo. “Alabanza de aldea y menosprecio de corte” en una práctica cotidiana y gozosa.
Personalmente viví muchos años en montañas, selvas, costas y “en el campo”. Llevo dos décadas de semiurbanita. El destino me alejará de nuevo de la ciudad un día de estos.
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